Remitido por Pedro Luis Gómez "el Carmona" el 13/06/07

 

 

 

El túnel del tiempo

 

Entrar en la página web del colegio, idea del magnífico Guti, nos lleva por un maravilloso túnel del tiempo. Nunca cualquier tiempo pasado fue mejor, porque la vida no tiene retorno, pero sin duda aquellos años fueron excepcionales para un grupo de niños que tuvimos la suerte de vivir unos momentos históricos de gran calado para la historia de Málaga y de España.

Nosotros fuimos niños de Franco, adolescentes de la reforma y adultos de la democracia; además pasamos de ni tener 'ONU' a ser parte de Europa, a ser sede de Juegos Olímpicos e incluso a ganar medallas... Recuerdo aún cuando aquel profesor del Espíritu Nacional (¿os acordáis de aquella asignatura?), Miguel Ángel del Pozo, nos decía que era una vergüenza que nos alegráramos por el séptimo puesto conseguido en hípica por no sé quién ahora mismo en unos juegos olímpicos disputados en vísperas de unas vacaciones del 72 (creo que fueron en Munich)... En fin, que tuvimos la gran dicha de asistir a la inauguración de una nuevo tipo de colegio, con 'hábitats' impensables en aquella época y que, sin embargo, fue el preludio de una nueva forma de hacer la educación: en recintos muy amplios y luminosos, en zonas lejanas al centro de la ciudad y con el autobús como principal medio de transporte; junto a ello, la combinación de un montón de jóvenes profesores con sacerdotes también jóvenes. Fueron años del 69 al 74 llenos de vivencias, de conocimientos y de solidaridad...

Creo que hoy en día pocos grupos pueden presumir de tener tantos vínculos aunque sean anualmente como los que vivimos y sentimos en El Rincón del Trillo. Motivos profesionales me alejaron de las comidas de los tres últimos años, pero en esta ocasión, aunque una grabación de televisión me impidió beber lo que me apetecía, pude pegarme el lujazo de volver a ver a un montón de gente que ha sido factor principal en mi vida.

La vida de un hombre, ahora que ya está uno en los 50, se fundamenta en una gran cantidad de vivencias y sensaciones, pero sin duda las más importantes y decisivas son las de la infancia. Por eso, la gente que rodeó a quien esto escribe es la que forma parte de su formación y de su crecimiento; es gente que ahora es diferente, pero no distinta. Seguimos con nuestros hábitos, con nuestras manías, con nuestros defectos y virtudes, pero sin duda con otro 'envoltorio'. Cambia la piel, pero no lo de dentro. Yo veía a Granero y era el de siempre; y al Guti, y a mi Carlitos, a mi Tono, a mi Manolo, al Frapolli, al Manolín, al De las Heras, al Cristóbal... Y me acordaba un montón de mi Alberto Gandoy, descojonándose de la vida en donde quiera que esté, seguro... Recuerdo ahora una anécdota. Una noche, Carlos Rojo, Tono, Manolo y Alberto se vinieron al pisito que mis padres tenían en La Cala (1habitación y 1 salón) para irnos a la feria de aquella barriada de Rincón. Nos acostamos todos como pudimos en supletorias y colchones en el salón a las 5 de la mañana, y al despertarnos, el mamón del Carlos le había tirado por la ventana a la calle las barras ortopédicas metálicas del Albertito... La que se lió fue poca, y mi pobre padre recuerdo que se pilló un cabreo fenomenal... Una más.

En fin, que entiendo nos merecemos vernos más. Nos merecemos pasar buenos momentos de recuerdos y entrar en ese túnel del tiempo que nos llevará en volandas a una época maravillosa, a la que nunca podremos regresar si no abrimos nuestro corazón.

Propongo que nos veamos en vísperas de Navidad, en torno al 10 ó 12 de diciembre, y nos peguemos un homenaje y un abrazo de recuerdos y de nostalgias, aderezos imprescindibles para un buen plato de amistad y vida.